Sunday, April 2, 2023

Triunfo y luego triunfo

 Homilía: Domingo de los Ramos – Ciclo A

         En la superficie, el Domingo de Ramos siempre parece contradecirse. Por un lado, comenzamos recordando la gran y triunfal procesión de Jesús en Jerusalén cuando es aclamado como el Mesías: "¡Hosanna! ¡Viva el Hijo de David!” Por otro lado, recordamos la ignominiosa derrota de Jesús en su Pasión, muerte y sepultura. Quizás nos quedamos preguntándonos, “¿Cuál es, Domingo de Ramos? ¿Triunfo o derrota?” “Triunfo y luego triunfo”, dice el Domingo de Ramos. ¿Qué? ¿Cómo puede ser? Vamos a ver.

         Leído usando la lógica del hombre, el relato de la pasión de Mateo parece presentar a Jesús como alguien completamente incapaz de defenderse. Esto se debe a que, según la lógica del hombre, una persona demuestra su poder sobre los demás ejerciendo control sobre ellos. Dado que a lo largo de la narración Jesús parece estar sujeto al control de los demás, parece ser impotente. Esto, al parecer, es lo que les da a los líderes judíos más razones para completar su condena y ejecución. El Mesías—el Hijo de David—entendido según la lógica del hombre, sería un líder poderoso que expulsaría a los ocupantes romanos. Jesús, aunque realizó actos de gran poder, no mostró su poder cuando fue desafiado por las autoridades. Así, les pareció débil e impotente; y, por tanto, sus afirmaciones de ser el Mesías eran blasfemias: ya que el verdadero Mesías no podía ser alguien sin poder.

         Sin embargo, leído usando la lógica de Dios, la narración de la pasión de Mateo presenta a Jesús como un ser supremamente poderoso. Esto se debe a que, según la lógica de Dios, una persona demuestra su poder al someterse completamente a la voluntad de Dios, incluso (y especialmente) cuando el sometimiento a la voluntad de Dios le hace sufrir en este mundo. La extraña naturaleza de esta lógica se muestra en toda su extensión a lo largo de la narración. Por ejemplo, Jesús le ordena a su discípulo que baje la espada y afirma tener legiones de ángeles que podrían acudir en su ayuda si él se lo ordenara, pero no lo ordenó. ¿Y por qué? Porque sabía que era la voluntad de Dios que se sometiera a este arresto, juicio, condena y muerte. Otro ejemplo: cuando Jesús estaba colgado en la cruz, los que lo habían condenado a muerte se burlaron de él y lo desafiaron a usar su poder para bajar de la cruz para probar—según la lógica del hombre—que él era el verdadero Mesías, el Hijo de David, el Rey de Israel, pero no lo hizo. Más bien, soportó sus insultos y permaneció en la cruz porque solo deseaba cumplir la voluntad de su Padre. Así, en contraste con la lógica del hombre, Jesús se mostró supremamente poderoso según la lógica de Dios.

         La Cuaresma, y el trabajo que hemos estado haciendo a lo largo de ella, ha consistido en reorganizar nuestra lógica para que se ajuste una vez más a la lógica de Dios. Esto se debe a que la lógica del hombre se resiste a la lógica de Dios. A través de la oración, el ayuno y la limosna, resistimos la lógica del hombre y, así, conformamos nuestra mente y nuestro corazón a la lógica de Dios, sometiéndonos completamente a su voluntad una vez más. Esta semana—la semana más santa del año—es la culminación de nuestro trabajo. Cada una de las celebraciones de esta semana está destinada a llevarnos a la celebración del triunfo final del sufrimiento de Jesús: su resurrección de entre los muertos el Domingo de Pascua.

         Y así, vista con la lógica de Dios, esta misma liturgia ya no parece tan contradictoria. No, hermanos míos, la entrada triunfal de Jesús en Jerusalén no va seguida de su ignominiosa derrota en la cruz. Más bien, según la lógica de Dios, su entrada triunfal es seguida por su triunfo aún mayor en la cruz. Así, lo que celebramos el Domingo de Ramos de la Pasión del Señor es verdaderamente triunfo y luego triunfo.

         Así pues, hermanos míos, dejemos que el tono aparentemente contradictorio de la liturgia de hoy aumenta nuestros sentidos para entrar más de lleno en la experiencia de los misterios de nuestra salvación que celebramos esta semana: una experiencia que se renueva para nosotros incluso ahora, aquí en esta Sagrada Eucaristía.

Dado en la parroquia de Nuestra Señora de Monte Carmelo: Carmel, IN

2 de abril, 2023

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