Thursday, March 6, 2025

No es demasiado tarde para volver al Señor

 Homilía: Miércoles de Ceniza – Ciclo C

          “Esto dice el Señor: ‘Todavía es tiempo. Vuélvanse a mí de todo corazón…’” “Todavía es tiempo…” Hermanos, venimos aquí para comenzar esta maravillosa temporada de Cuaresma, en este día sagrado de penitencia, y escuchamos el mensaje del profeta: “Todavía es tiempo…” Ya seamos discípulos devotos que regularmente ofrecemos alguna penitencia por nuestros pecados o discípulos que frecuentemente ignoran el llamado a la penitencia… Ya sea que miremos al mundo con la esperanza de que, a través de las reparaciones que ofrecemos, pueda volverse de sus caminos pecaminosos o miremos al mundo con desesperación de que pueda ser salvado… En otras palabras, independientemente de dónde nos encontremos—el estado de nuestras mentes y corazones—escuchamos estas palabras del profeta: “Todavía es tiempo…”

          "Todavía es tiempo… Vuélvanse a mí de todo corazón, con ayunos, con lágrimas y llanto; enluten su corazón y no sus vestidos. Vuélvanse al Señor Dios nuestro”. “Todavía es tiempo…” mientras el mundo parece desmoronarse. “Todavía es tiempo…” mientras mi propia seguridad parece amenazada cada día. “Todavía es tiempo…” mientras mis relaciones parecen estar rotas, heridas e imposibles de reparar. “Todavía es tiempo…” mientras siento que mi fe está entumecida y estoy lejos de Dios (y Dios de mí). “Todavía es tiempo… vuélvanse a mí de todo corazón… vuélvanse al Señor Dios nuestro”.

          Hermanos, es algo poderoso el reunirnos, en cualquier estado en que nos encontremos, y decidir, como un cuerpo de creyentes, como el Cuerpo de Cristo, colectivamente tomar el manto de la penitencia y, confiando en Dios, comenzar este peregrinaje hacia la Pascua buscando reconciliarnos a nosotros mismos y a nuestro mundo con él. Se necesita coraje para comenzar este viaje, pero también fe: fe profunda en lo que el profeta declara acerca de Dios: “porque es compasivo y misericordioso, lento a la cólera, rico en clemencia, y se conmueve ante la desgracia”. Tan necesario y productivo es este llamado a la penitencia que el profeta llama a todos a salir de su rutina para participar en esta ofrenda de peregrinación: “¡Toquen la trompeta en Sión, promulguen un ayuno,

convoquen la asamblea, reúnan al pueblo, santifiquen la reunión, junten a los ancianos, convoquen a los niños, aun a los niños de pecho. Que el recién casado deje su alcoba y su tálamo la recién casada”. Y así, nosotros estamos aquí hoy.

          Hermanos y hermanas, renovamos este tiempo de penitencia no porque en años anteriores haya sido ineficaz, sino más bien porque nunca deja de ser eficaz; y nosotros mismos, y nuestro mundo, seguimos necesitando de su eficacia. Por eso, la marca que recibimos en nuestra frente es a la vez un signo de nuestra humildad ante el Señor y un testimonio para nosotros mismos y para el mundo de este llamado del profeta: “No es demasiado tarde para hacer penitencia y volver al Señor. Por eso, comencemos ahora, con seriedad, celo y humildad, y el Señor nos mostrará su gracia”.

          Por eso, no tengamos miedo de ayunar, orar y dar limosna en penitencia por nuestros pecados y los pecados del mundo. Al mismo tiempo, permanezcamos vigilantes contra la tendencia a “enlutar nuestras vestiduras” solamente, sin “enlutar nuestros corazones”: porque es nuestro corazón lo que el Señor más quiere de nosotros. “Todavía es tiempo”, mis hermanos… por eso, comencemos; y comencemos con alegría: la alegría esperanzada de saber que nuestra peregrinación de penitencia conduce a la gloria de la Pascua: la gloria de nuestra victoria sobre toda debilidad que aflige a nuestro mundo con sufrimiento y dolor: la gloria de Jesucristo, crucificado pero resucitado; la gloria de ese mismo cuya gloria es compartida con nosotros en esta Eucaristía.

Dado en la parroquia San Jose: Rochester, IN – 5 de marzo, 2025

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