Homilía: Miércoles de Ceniza – Ciclo C
“Esto dice el Señor: ‘Todavía es tiempo. Vuélvanse a mí de todo corazón…’” “Todavía es tiempo…” Hermanos, venimos aquí para comenzar esta maravillosa temporada de Cuaresma, en este día sagrado de penitencia, y escuchamos el mensaje del profeta: “Todavía es tiempo…” Ya seamos discípulos devotos que regularmente ofrecemos alguna penitencia por nuestros pecados o discípulos que frecuentemente ignoran el llamado a la penitencia… Ya sea que miremos al mundo con la esperanza de que, a través de las reparaciones que ofrecemos, pueda volverse de sus caminos pecaminosos o miremos al mundo con desesperación de que pueda ser salvado… En otras palabras, independientemente de dónde nos encontremos—el estado de nuestras mentes y corazones—escuchamos estas palabras del profeta: “Todavía es tiempo…”
"Todavía es tiempo… Vuélvanse a mí de todo corazón, con
ayunos, con lágrimas y llanto; enluten su corazón y no sus vestidos. Vuélvanse
al Señor Dios nuestro”. “Todavía es tiempo…” mientras el mundo parece
desmoronarse. “Todavía es tiempo…” mientras mi propia seguridad parece
amenazada cada día. “Todavía es tiempo…” mientras mis relaciones parecen estar
rotas, heridas e imposibles de reparar. “Todavía es tiempo…” mientras siento
que mi fe está entumecida y estoy lejos de Dios (y Dios de mí). “Todavía es
tiempo… vuélvanse a mí de todo corazón… vuélvanse al Señor Dios nuestro”.
Hermanos, es algo poderoso el reunirnos, en cualquier
estado en que nos encontremos, y decidir, como un cuerpo de creyentes, como el
Cuerpo de Cristo, colectivamente tomar el manto de la penitencia y, confiando
en Dios, comenzar este peregrinaje hacia la Pascua buscando reconciliarnos a
nosotros mismos y a nuestro mundo con él. Se necesita coraje para comenzar este
viaje, pero también fe: fe profunda en lo que el profeta declara acerca de
Dios: “porque es compasivo y misericordioso, lento a la cólera, rico en
clemencia, y se conmueve ante la desgracia”. Tan necesario y productivo es este
llamado a la penitencia que el profeta llama a todos a salir de su rutina para participar en esta ofrenda de
peregrinación: “¡Toquen la trompeta en Sión, promulguen un ayuno,
convoquen la asamblea, reúnan
al pueblo, santifiquen la reunión, junten a los ancianos, convoquen a los
niños, aun a los niños de pecho. Que el recién casado deje su alcoba y su
tálamo la recién casada”. Y así, nosotros estamos aquí hoy.
Hermanos y hermanas, renovamos este tiempo de penitencia no
porque en años anteriores haya sido ineficaz, sino más bien porque nunca deja
de ser eficaz; y nosotros mismos, y nuestro mundo, seguimos necesitando de su
eficacia. Por eso, la marca que recibimos en nuestra frente es a la vez un
signo de nuestra humildad ante el Señor y un testimonio para nosotros mismos y
para el mundo de este llamado del profeta: “No es demasiado tarde para hacer
penitencia y volver al Señor. Por eso, comencemos ahora, con seriedad, celo y
humildad, y el Señor nos mostrará su gracia”.
Por eso, no tengamos miedo de ayunar, orar y dar limosna en
penitencia por nuestros pecados y los pecados del mundo. Al mismo tiempo,
permanezcamos vigilantes contra la tendencia a “enlutar nuestras vestiduras”
solamente, sin “enlutar nuestros corazones”: porque es nuestro corazón lo que el
Señor más quiere de nosotros. “Todavía es tiempo”, mis hermanos… por eso,
comencemos; y comencemos con alegría: la alegría esperanzada de saber que
nuestra peregrinación de penitencia conduce a la gloria de la Pascua: la gloria
de nuestra victoria sobre toda debilidad que aflige a nuestro mundo con
sufrimiento y dolor: la gloria de Jesucristo, crucificado pero resucitado; la
gloria de ese mismo cuya gloria es compartida con nosotros en esta Eucaristía.
Dado en la parroquia San Jose: Rochester, IN –
5 de marzo, 2025
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