Homilía: Domingo de los Ramos – Ciclo A
En la superficie, el Domingo de Ramos
siempre parece contradecirse. Por un lado, comenzamos recordando la gran y
triunfal procesión de Jesús en Jerusalén cuando es aclamado como el Mesías: "¡Hosanna!
¡Viva el Hijo de David!” Por otro lado, recordamos la ignominiosa derrota de
Jesús en su Pasión, muerte y sepultura. Quizás nos quedamos preguntándonos, “¿Cuál
es, Domingo de Ramos? ¿Triunfo o derrota?” “Triunfo y luego triunfo”, dice el Domingo de Ramos. ¿Qué? ¿Cómo puede ser?
Vamos a ver.
Leído usando la lógica del hombre, el
relato de la pasión de Mateo parece presentar a Jesús como alguien
completamente incapaz de defenderse. Esto se debe a que, según la lógica del
hombre, una persona demuestra su poder sobre los demás ejerciendo control sobre
ellos. Dado que a lo largo de la narración Jesús parece estar sujeto al control
de los demás, parece ser impotente. Esto, al parecer, es lo que les da a los
líderes judíos más razones para completar su condena y ejecución. El Mesías—el
Hijo de David—entendido según la lógica del hombre, sería un líder poderoso que
expulsaría a los ocupantes romanos. Jesús, aunque realizó actos de gran poder,
no mostró su poder cuando fue desafiado por las autoridades. Así, les pareció
débil e impotente; y, por tanto, sus afirmaciones de ser el Mesías eran
blasfemias: ya que el verdadero Mesías no podía ser alguien sin poder.
Sin embargo, leído usando la lógica de
Dios, la narración de la pasión de Mateo presenta a Jesús como un ser supremamente
poderoso. Esto se debe a que, según la lógica de Dios, una persona demuestra su
poder al someterse completamente a la voluntad de Dios, incluso (y
especialmente) cuando el sometimiento a la voluntad de Dios le hace sufrir en
este mundo. La extraña naturaleza de esta lógica se muestra en toda su
extensión a lo largo de la narración. Por ejemplo, Jesús le ordena a su
discípulo que baje la espada y afirma tener legiones de ángeles que podrían
acudir en su ayuda si él se lo ordenara, pero no lo ordenó. ¿Y por qué? Porque sabía que era la voluntad de Dios
que se sometiera a este arresto, juicio, condena y muerte. Otro ejemplo: cuando
Jesús estaba colgado en la cruz, los que lo habían condenado a muerte se
burlaron de él y lo desafiaron a usar su poder para bajar de la cruz para
probar—según la lógica del hombre—que él era el verdadero Mesías, el Hijo de
David, el Rey de Israel, pero no lo hizo.
Más bien, soportó sus insultos y permaneció en la cruz porque solo deseaba
cumplir la voluntad de su Padre. Así, en contraste con la lógica del hombre,
Jesús se mostró supremamente poderoso según la lógica de Dios.
La Cuaresma, y el trabajo que hemos
estado haciendo a lo largo de ella, ha consistido en reorganizar nuestra lógica
para que se ajuste una vez más a la lógica de Dios. Esto se debe a que la
lógica del hombre se resiste a la lógica de Dios. A través de la oración, el
ayuno y la limosna, resistimos la lógica del hombre y, así, conformamos nuestra
mente y nuestro corazón a la lógica de Dios, sometiéndonos completamente a su
voluntad una vez más. Esta semana—la semana más santa del año—es la culminación
de nuestro trabajo. Cada una de las celebraciones de esta semana está destinada
a llevarnos a la celebración del triunfo final del sufrimiento de Jesús: su resurrección
de entre los muertos el Domingo de Pascua.
Y así, vista con la lógica de Dios,
esta misma liturgia ya no parece tan contradictoria. No, hermanos míos, la
entrada triunfal de Jesús en Jerusalén no va seguida de su ignominiosa derrota
en la cruz. Más bien, según la lógica de Dios, su entrada triunfal es seguida
por su triunfo aún mayor en la cruz.
Así, lo que celebramos el Domingo de Ramos de la Pasión del Señor es
verdaderamente triunfo y luego triunfo.
Así pues, hermanos míos, dejemos que el
tono aparentemente contradictorio de la liturgia de hoy aumenta nuestros
sentidos para entrar más de lleno en la experiencia de los misterios de nuestra
salvación que celebramos esta semana: una experiencia que se renueva para
nosotros incluso ahora, aquí en esta Sagrada Eucaristía.
Dado en la parroquia de
Nuestra Señora de Monte Carmelo: Carmel, IN
2 de abril, 2023
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