Homilía: 16º Domingo en el Tiempo Ordinario – Ciclo B
Hermanos, estas últimas semanas, hemos
estado escuchando mucho sobre profetas, centrando nuestras reflexiones en torno
a su llamado a profetizar: los profetas del Antiguo Testamento, como Ezequiel y
Amós, y los profetas del Nuevo Testamento (a los que también llamamos
evangelistas), los apóstoles. Esta semana escuchamos de otro profeta, el
profeta Jeremías, pero nuestro enfoque hoy está más en su mensaje.
El mensaje de Jeremías es un mensaje de
advertencia para los líderes del pueblo de Dios. Les advierte porque, en lugar
de guiar al pueblo de Dios hacia la adoración y la conducta moral correcta, lo
habían llevado a la adoración de dioses falsos y habían permitido la
depravación moral. Esto fue terrible porque los líderes del pueblo de Dios
fueron ungidos para ser más que "gobernadores", destinados a ayudar a
mantener el orden en la vida civil. Más bien, eran pastores, destinados a guiar
al pueblo de Dios por los caminos de una vida recta y evitar que cayeran en el
pecado.
En última instancia, se suponía que
eran pastores que modelaban el propio pastoreo de Dios. ¿Y dónde encontramos
una imagen del propio pastoreo de Dios? El Salmo de hoy, el Salmo 22, es un
salmo del pastoreo de Dios. El Salmo 22 fue escrito por el rey David, que era
pastor antes de ser nombrado rey. Pastoreó correctamente al pueblo de Dios (a
pesar de sus numerosos fracasos a lo largo de los años). De hecho, Dios lo
eligió para ser el pastor-rey de su pueblo porque (las Escrituras nos dicen)
era un "hombre conforme al corazón de Dios".
El rey David, por lo tanto, entendió el
pastoreo de Dios. Escribió este salmo, que describe no solo el pastoreo de
Dios, sino también la meta de su pastoreo. Describe que la meta del pastoreo de
Dios es guiar a su pueblo a un lugar de descanso: un lugar en el que sea
seguro, tranquilo y en el que su pueblo pueda florecer en abundancia. En esto,
deberíamos escuchar un eco del libro del Génesis en el que Dios descansa
después de todas sus labores y en el Éxodo en el que ordena a su pueblo que
observe el día de descanso (es decir, el sábado). También deberíamos escuchar
un eco de la voz de Jesús que dijo, en crítica a los fariseos que hicieron del
descanso del sábado una carga para el pueblo de Dios: "el sábado fue hecho
para el hombre, no el hombre para el sábado". Con todo, el mensaje del
Salmo 22 es que el pastoreo de Dios lleva a la humanidad a un lugar de perfecto
descanso.
Por lo tanto, la crítica de Jeremías:
los líderes del pueblo de Dios no los estaban conduciendo al descanso y la
prosperidad, sino más bien a una mayor labor y confusión. Dios, por tanto,
completamente frustrado con los líderes de su pueblo, dice a estos líderes (y,
por tanto, a su pueblo): "Yo mismo los reuniré y pondré un pastor que los
conducirá a mi descanso". El profeta nos dice que este líder recién
nombrado será un "renuevo en el tronco de David" (el verdadero rey
pastor de Dios) que será un modelo de adoración correcta y de conducta moral
para el pueblo de Dios. A través de su pastoreo, la paz, es decir, shalom (o descanso), sería restaurada al
pueblo escogido de Dios: un modelo de la paz eterna que Dios llevará al final
de los tiempos.
Quizás, sin embargo, la gente no
esperaba que fuera Dios mismo quien vendría como descendiente del rey David
para pastorear a su pueblo. No obstante, eso es exactamente lo que sucedió. En
la lectura del Evangelio de hoy, vimos a Dios Encarnado actuar como el
verdadero rey-pastor que predijo que vendría.
En la lectura, escuchamos cómo los
Apóstoles regresaron a Jesús después de completar su misión de proclamar el
Evangelio en varios pueblos de Israel y Judá; y cómo Jesús, al verlos cansados
de sus labores, los invita a descansar un rato. Sin embargo, a medida que
avanzan, las personas inquietas, que han estado anhelando un verdadero pastor,
los siguen. Al verlos, Jesús, el Buen Pastor, “se compadeció de ellos, porque
andaban como ovejas sin pastor…” Jesús vino a pastorear al pueblo de Dios hacia
el descanso, es decir, hacia el verdadero shalom
(o paz), y por eso no puede apartarse de ellos en su inquietud. Aquí vemos lo
que San Pablo describió en su carta a los Efesios, que escuchamos en nuestra
segunda lectura: “Vino para anunciar la buena nueva de la paz (es decir, el
shalom), tanto a los que estaban lejos, como a los que estaban cerca.”
Hermanos, Jesús es el Emmanuel, Dios con nosotros, que ha venido
a nosotros para guiarnos hacia el sábado de Dios, es decir, su descanso. Es
importante que lo reconozcamos hoy porque, durante más de medio siglo, hemos
permitido que el mundo secular nos pastoree: y nos ha pastoreo equivocadamente.
¿No me crees? Mira alrededor. Según mi observación, la gente de hoy está más
inquieta que nunca: y no me refiero solo a estar demasiado ocupada; más bien,
estoy hablando de una pérdida de estabilidad psicológica, emocional y
espiritual.
Entonces, ¿cuál es la respuesta? Bueno,
la respuesta es regresar a Cristo y permitirle que nos guíe correctamente hacia
el descanso, es decir, el shalom (o
paz), que él quiere para nosotros. Para hacer esto, debemos permitir que la
Iglesia, dirigida por el Vicario de Cristo, el Papa, y los sucesores de los
Apóstoles, los Obispos, nos guíen. Por ejemplo, las estadísticas han demostrado
que las parejas que se ajustan a las enseñanzas de la Iglesia sobre el
matrimonio y las relaciones sexuales tienen matrimonios más felices y estables;
y que los niños que provienen de hogares en los que ambos padres (especialmente
los papas) enseñan y practican la fe llevan vidas más estables y
satisfactorias. Esto, por supuesto, no es garantía de paz y estabilidad;
nuestras debilidades humanas siempre deben tenerse en cuenta, pero las ciencias
sociales testifican que permitir que Cristo nos pastoree siguiendo las
enseñanzas de la Iglesia conduce a una mayor paz psicológica, emocional y espiritual:
tanto por individuales como para familias.
Esto, por supuesto, significa que
necesitamos líderes en la Iglesia que, como el rey David, sean hombres
"conformados al corazón de Dios". Durante el último medio siglo,
demasiados obispos y sacerdotes se han parecido más a los líderes a los que
denunció el profeta Jeremías que a Cristo, el Buen Pastor, que conduce a su
pueblo al descanso de Dios. Ser un verdadero pastor en el mundo de hoy es
difícil y por eso debemos orar para y animar a nuestros obispos y sacerdotes, mientras
los buscamos y exigimos que se preocupen por nosotros, como Cristo se preocupó
por las personas que los siguieron a él y sus apóstoles ese día. Juntos, los
pastores que se esfuerzan por ser conformes al corazón de Cristo, el Buen
Pastor y el rebaño que se esfuerza por ser fiel a la verdadera enseñanza, seremos
una luz brillante de esperanza para el mundo de que se pueda encontrar la
verdadera paz (es decir, shalom); y
que se encuentra en Cristo, nuestro Salvador.
Hermanos, Cristo es nuestro Pastor, Emmanuel, Dios con nosotros, que ha
venido a recogernos: los que estuvieron lejos y los que están cerca, para que
nos lleve a su descanso. Al adorarlo hoy aquí en esta Eucaristía, permitamos
que él nos pastoree de nuevo en nuestra vida diaria para que se conozca la paz
(o shalom) que cada uno de nuestros
corazones busca; y que la inquietud del mundo se transforme en la paz del reino
de Dios.
Dado en la parroquia de
San Pablo: Marion, IN – 17 de julio, 2021
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