Homily: The Nativity of the Lord (Mass During the Day)
Homilía: La Navidad del Señor (Misa en el Día)
The
Greek philosopher, Aristotle, taught that all living things have an end to
which they are striving, as if reaching that end was the ultimate purpose of
their lives. For example, he observed
how a plant will reach out its leaves towards the sun as if reaching the sun
was its ultimate purpose. When he
observed human beings, Aristotle concluded that the end for which we are
striving is happiness. In other words,
he observed that when human beings choose to do anything it is because we
believe that (ultimately) it will make us happy.
St.
Thomas Aquinas agreed that human beings have an end to which we are striving
and that this end is happiness. As a
Christian, however, Thomas could name what that happiness looked like: “the
Beatific Vision”, that is, seeing God face to face. With this, St. Thomas could give us a general
rule about what is good (and, thus, to be chosen) and what was bad (and, thus,
to be avoided): if something moved us closer to the Beatific Vision, then it
should be chosen; if it moved us away from the Beatific Vision, it should be
avoided.
And so, why do I bring this up
here today? It’s because of this. For the last month, we’ve covered our lives
with the sheen of “Christmas Spirit”, that is, with a spirit of
celebration. Yet, in spite of this, underneath
it all, we realize that we aren’t really happy.
Sure, for a few days (maybe even a few weeks) we’ll feel good. By the time January 1st rolls
around, however, most of those good feelings have vanished. When this reality settles back in, once again
we’ll have to confront the fact that we aren’t really happy.
El
filósofo griego Aristóteles enseñó que todos los seres vivos tienen un fin por
el que se esfuerzan, como si alcanzar ese fin fuera el propósito último de sus
vidas. Por ejemplo, observó cómo una planta extiende sus hojas hacia el sol
como si alcanzar el sol fuera su propósito final. Cuando observó a los seres
humanos, Aristóteles concluyó que el fin por el que nos esforzamos es la
felicidad. En otras palabras, observó que cuando los seres humanos optan por
hacer algo es porque creemos que (en última instancia) nos hará felices.
Santo
Tomás de Aquino estuvo de acuerdo en que los seres humanos tenemos un fin por
el que nos esforzamos y que ese fin es la felicidad. Como cristiano, sin
embargo, Tomás podía nombrar cómo era esa felicidad: “la Visión Beatífica”, es
decir, ver a Dios cara a cara. Con esto, Santo Tomás podría darnos una regla
general sobre lo que es bueno (y, por tanto, a ser elegido) y lo que es mal (y,
por tanto, a evitar): si algo nos acercaba a la Visión Beatífica, entonces
debería ser elegido; si nos aleja de la Visión Beatífica, debe evitarse.
Entonces,
¿por qué menciono esto aquí hoy? Es por esto. Durante el último mes, hemos
cubierto nuestras vidas con el brillo del "espíritu navideño", es
decir, con un espíritu de celebración. Sin embargo, a pesar de esto, en el
fondo, nos damos cuenta de que no somos realmente felices. Claro, durante unos
días (tal vez incluso unas semanas) nos sentiremos bien. Sin embargo, para
cuando llega el 1 de enero, la mayoría de esos buenos sentimientos se han desvanecido.
Cuando esta realidad vuelva a asentarse, una vez más tendremos que enfrentar el
hecho de que no somos realmente felices.
My friends, this is very important
to say on Christmas Day, because the truth of the matter is that, since the
first sin of Adam and Eve, NOBODY HAS BEEN TRULY HAPPY! Ever since the fall, mankind has sought his
happiness in the world and has always come up short. While we can be temporarily successful, none
of us is capable of achieving true and lasting happiness by our own
efforts. Why? Well, because (as Saint Thomas taught us) our
only lasting happiness is the Beatific Vision—seeing God face to face.
Therefore, if, underneath all
of this “holiday sheen”, there’s a gnawing in you that says, “Is this all there
is?” or “It’s too bad that this is all going to end soon”, well then I’ve got
good news for you: You’re normal! You’re
a human being, searching for your true and lasting happiness and no amount of “holiday
cheer” can satisfy the longing for happiness in you! Only perfect communion with God can provide
that. To this, I have still more good
news: “God so loved the world that he gave his only Son, so that everyone who
believes in him might not perish but might have eternal life.” This is what we celebrate today: not that we
made it back to God, but that God came to us to save us from our unhappiness so
that we could return to life with him.
Mis
hermanos, es muy importante decir esto, el día de Navidad, porque la verdad del
asunto es que, desde el primer pecado de Adán y Eva, ¡NADIE HA SIDO REALMENTE
FELIZ! Desde la caída, la humanidad ha buscado su felicidad en el mundo y
siempre se ha quedado corta. Si bien podemos tener éxito temporalmente, ninguno
de nosotros es capaz de lograr la felicidad verdadera y duradera con nuestros
propios esfuerzos. ¿Por qué? Bueno, porque (como nos enseñó Santo Tomás)
nuestra única felicidad duradera es la Visión Beatífica: ver a Dios cara a
cara.
Por
lo tanto, si, debajo de todo este "brillo navideño", hay un mordisco
en ti que dice: "¿Es esto todo lo que hay?" o "Es una lástima
que todo esto termine pronto", yo tengo una buena noticia para ti: ¡Eres
normal! ¡Eres un ser humano que busca tu verdadera y duradera felicidad y
ninguna cantidad de "alegría navideña" puede satisfacer el anhelo de
felicidad en ti! Solo la perfecta comunión con Dios puede proporcionar eso. A
esto, tengo aún más buenas noticias: “Tanto amó Dios al mundo que dio a su Hijo
único, para que todo el que crea en él no se pierda, sino que tenga vida eterna”.
Esto es lo que celebramos hoy: no que regresáramos a Dios, sino que Dios vino a
nosotros para salvarnos de nuestra infelicidad para que pudiéramos volver a la
vida con él.
This, my brothers and sisters,
is why we are bold to speak the words of Isaiah in the Mass, which remind us
that God our Lord has come to comfort us by redeeming us from our sin, which
separated us from him! And the Gospel
reading we heard today reminds us of this wonderful truth that God, who existed
before all time, made all created things through his Son, the Divine Word. And when his creation fell from grace, and in
the fullness of time (meaning, when the time was right), his Son came into the
world to be our redemption and to restore us to our true and lasting happiness.
In the generations since his
birth, however, we have often allowed ourselves to forget that it is through
him, Jesus Christ, that we find our true and lasting happiness and thus begin
to seek our happiness by our own frustrated efforts again. The season of Advent reminds us to turn back
to the Lord and say, “Come, Lord Jesus!
Save us from this unhappiness!” And
today we gather to say to him, “Praise to you, Lord Jesus, for you have come
and you have saved us!”
Por
eso, hermanos míos, nos atrevemos a pronunciar las palabras de Isaías en la
Misa, que nos recuerdan que Dios nuestro Señor ha venido a consolarnos
redimiéndonos de nuestro pecado, que nos separó de él. Y la lectura del
Evangelio que escuchamos hoy nos recuerda esta maravillosa verdad de que Dios,
que existió antes de todos los tiempos, hizo todas las cosas creadas a través
de su Hijo, el Verbo Divino. Y cuando su creación cayó de la gracia, y en la
plenitud de los tiempos (es decir, cuando era el momento adecuado), su Hijo
vino al mundo para ser nuestra redención y restaurarnos a nuestra verdadera y
duradera felicidad.
Sin
embargo, en las generaciones posteriores a su nacimiento, frecuentemente nos
hemos permitido olvidar que es a través de él, Jesucristo, que encontramos
nuestra verdadera y duradera felicidad y, por lo tanto, comenzamos a buscar
nuestra felicidad nuevamente mediante nuestros propios esfuerzos frustrados. La
temporada de Adviento nos recuerda que debemos volvernos al Señor y decir:
“¡Ven, Señor Jesús! ¡Sálvanos de esta infelicidad!" Y hoy nos reunimos
para decirle: "¡Alabado seas, Señor Jesús, porque has venido y nos has
salvado!"
Hermanos,
no hay nada, absolutamente nada, que hagan en esta Navidad que importa más que
lo que estamos haciendo ahora mismo en esta iglesia: alabar a Dios por haber
enviado a su Hijo para salvarnos de nuestra infelicidad para que podamos
encontrar nuestra verdadera felicidad en él. Dejemos, por tanto, que la
maravilla y el asombro de este gran misterio, el Hijo de Dios aparecido en
nuestra humanidad, nos envuelva hoy, para que la felicidad de este tiempo
permanezca con nosotros, incluso después de que regresemos a los trabajos y
fatigas de nuestras vidas, y así preservarnos en la fe hasta que Cristo,
nuestro Rey Poderoso, regrese para llevarnos a casa.
Friends, there is nothing—absolutely
nothing—that you do this Christmas that matters more than what we are doing
right now in this church: giving praise to God that he has sent his Son to save
us from our unhappiness so that we can find our true happiness in him. Let us, therefore, let the wonder and awe of
this great mystery—the Son of God appearing in our humanity—envelop us today,
so that the happiness of this time might remain with us, even after we return
to the labors and toils of our lives, and thus preserve us in faith until
Christ, our Mighty King, returns to take us home.
Given at Saint Cecilia Parish: Demotte, IN – December 25th,
2020
Dado en la parroquia de
Santa Cecilia: Demotte, IN – 25 de diciembre, 2020
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