Sunday, November 3, 2013

Dios da cuenta de los más pequeños

          Aunque no lo parezca a primera vista, las lecturas de hoy nos dan una invitación a poner el cuidado de Dios por nosotros en perspectiva y dejarnos perderse en asombro por su gracia para nosotros. Ninguno de nosotros es tan pequeña que Dios no se preocupa por nosotros! Si tan sólo tratar de verlo, él no dejará que nos cuenta!

Homilía: 31º Domingo de Tiempo Ordinario – Ciclo C
          Mis hermanos y hermanas, hoy nuestras lecturas nos invitan a considerar la naturaleza eterna de Dios. Debido a que somos criaturas que existen en el tiempo, es difícil para nosotros considerar lo que una existencia eterna podría parecerse, pero eso es exactamente lo que Dios es y así que para nosotros para poder conocerlo, debemos al menos tratar de comprenderlo. Para tratar de poner esto en perspectiva para nosotros, voy a compartir con ustedes lo que considero la mejor descripción de la eternidad que he escuchado hasta ahora.
          Imagínese que usted está de pie en una playa frente a un océano. Luego imagine que usted toma un grano de arena y empezar a caminar. Su tarea consiste en llevar a ese grano de arena de la playa a la cima de la montaña más alta y al llegar allí, para dejar ese grano de arena en su apogeo. Luego, su tarea es volver a esa playa, recoger otro grano de arena y colóquelo, junto con el otro, en la cima de la montaña más alta. Su tarea, de hecho, es hacerlo con cada grano de arena en la tierra: de cada playa, cada fondo del océano, y cada caja de arena en el mundo, uno por uno desde donde se encuentre a la cima de la montaña más alta. Ahora imagine que cada paso que da tarda diez mil años para hacer. Y aquí está, teniendo cada grano de arena en la tierra y moviéndolo diez mil años cada paso, a la cima de la montaña más alta. Y cuando haya terminado, miles de millones de años después, la eternidad no se ha hecho más que empezar.
          En nuestra primera lectura de hoy del libro de la Sabiduría, leemos que delante del Señor “el mundo entero es como un grano de arena en la balanza o como gota de rocío mañanero que cae sobre la tierra.” En otras palabras, al igual que miles de millones de años son solo como un momento en la eternidad, por lo que es todo el universo, vasto e incomprensible en tamaño, sino como una cantidad insignificante de peso en una balanza o una caída imperceptible de la gota de rocío mañanero sobre la tierra delante de Dios. Sin embargo, continúa diciendo, nada de lo que sucede en este universo, no hay grano que cae de una balanza o la gota de rocío que cae a la tierra, pasa desapercibida por Dios. Aún más, se dice que Dios no sólo da cuenta de cada pequeña cosa, pero que también mira a todos con misericordia, que nos revela algo importante acerca de Dios y nuestra relación con él.
          A veces, creo que podemos separar a Dios que creó el universo de Dios quien lo gobierna. Cuando hacemos esto, Dios que creó el universo considerado todo y vio que era "muy buena", pero Dios quien gobierna lo hace como un director atribulado tratando de hacer algo positivo de un desastre y que prefieren desechar todo y volver a empezar de tratar de arreglarlo. Afortunadamente para nosotros, esta última descripción de Dios es una distorsión de la verdad, porque Dios que creó el universo (y todo lo que hay en él) por amor también es un Dios que gobierna el universo (y todo lo que hay en él) en el amor. Y puesto que Dios es amor, entonces la misericordia debe ser la regla con la que Dios gobierna.
          Ahora el hombre (es decir, la persona humana), por el diseño y la providencia especial de Dios, era la única criatura que Dios había hecho por sí mismo. Todo el resto de la creación fue hecha para servir al hombre, pero el hombre fue hecho para nadie más que a Dios para ser la única criatura destinada a una relación íntima y personal con él. Tan fuerte es el deseo de Dios para esta al crear al hombre que, aun cuando el hombre pecó, Dios no abandona al hombre a la muerte, sino que se pone en movimiento el plan para rescatarlo para que el hombre una vez más alcanzar su destino. Como las palabras del libro de la Sabiduría nos recuerda: "Te compadeces de todos, y aunque puedes destruirlo todo, aparentas no ver los pecados de los hombres, para darles ocasión de arrepentirse.  Porque tú amas todo cuanto existe y no aborreces nada de lo que has hecho… "
          Para mostrarnos la manera más perfecta, Dios envió a su único Hijo, Jesús, para revelarnos que de hecho no se había olvidado de nosotros entre la inmensidad del universo; y en la lectura del Evangelio de hoy, vemos un microcosmos de esta realidad que se está reproduciendo.
          En la lectura del Evangelio, Jesús ha llegado a Jericó, una ciudad profunda de un valle entre el río Jordán y Jerusalén. Era un pueblo de mala muerte donde el crimen era rampante y así la mayoría de los viajeros pasó por la, esperando de salir adelante sin ser robado. Sin embargo, Jesús, el Hijo de Dios, llega a esta ciudad, el lugar más bajo en la Tierra Prometida: que es nada menos que una imagen de Dios se abaja para venir entre nosotros. Zaqueo era un jefe de los cobradores de impuestos (que, por cierto, también hizo él el jefe de los despreciados por la gente) y fue muy corto. Quería conseguir una ojeada de Jesús, pero no podía porque se sentía perdido entre la multitud. Y así se subió a un árbol sólo esperando ver a este Jesús que todo el mundo estaba hablando. Cómo sorprende que debe haber sido, entonces, cuando Jesús se fijó en él, lo llamó por su nombre, y luego él mismo invitó a su casa para cenar!
          Zaqueo sentía pequeña e insignificante en medio de la masa de la creación que le rodeaba. Sin embargo, cuando hizo un esfuerzo sólo para ver a Jesús, Emmanuel, Dios quien está con nosotros, Jesús no sólo lo notado pero él lo llamó y quería ser conocido personalmente por él.
          Entonces el pueblo se acusan Zaqueo delante del Señor, diciendo que "[Jesús] ha entrado a hospedarse en casa de un pecador." Lo que una imagen del día del juicio es esto, ¿no? Zaqueo, puesto en pie ante el Hijo de Dios y se le acusa de sus pecados. Confiados en la misericordia de Dios, sin embargo, que está delante de él y le dice, en efecto: "Yo estoy listo para recibir su justo juicio. Para demostrar esto, lo prometo ante todo, de dar la mitad de mis bienes a los pobres, y si usted debe encontrar que he defraudado algo a alguien, te lo prometo que le devolveré cuatro veces más." Y por este acto de fe en aquel que juzga con justicia, Zaqueo recibe la salvación de aquel que por sí sola podría darle.
          Mis hermanos y hermanas, este es el núcleo del mensaje cristiano! Que nosotros, que son aparentemente muy pequeño e insignificante en relación con el vasto universo, sin embargo son vistos con la misericordia y el amor de nuestro Creador que nos hizo para sí mismo, hasta el punto de que se convirtió en uno de nosotros al enviarnos a su Hijo para salvarnos y para mostrarnos el camino de regreso a sí mismo. Y si son reprendidos un poco, es decir, si sufrimos algo en este mundo, no es porque el Dios que gobierna el universo es un Dios mezquino y vengativo que quiere castigarnos, sino más bien, como el autor del Libro de la Sabiduría dice, que es "para les traes a la memoria sus pecados, para que se arrepientan de sus maldades y crean en ti, Señor,” el único que puede salvarnos!
          Y así, mis hermanos y hermanas, no debemos engañarnos creyendo la mentira de que el Dios todopoderoso, el Dios que nos ha creado y todo el universo, no quiere tener nada que ver con nosotros, pero se encuentra al acecho para castigarnos por nuestros pecados. Más bien, como Zaqueo, vamos a apresurarnos a ser visto por él, confiando en que la justicia de Dios siempre está atemperada por la misericordia de los que se esconden nada de él: porque el Dios de todo el universo, el Dios de la eternidad, no dejará de notarnos; y la salvación, la salvación que nos ha ganado a través de Jesús, hoy será nuestra.
Dado en la parroquia de Todos los Santos: Logansport, IN

3ª de noviembre, 2013

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