Homilía: 33º Domingo en el Tiempo Ordinario – Ciclo A
Tal vez
algunos de nosotros hemos leído los libros o visto las películas de Las Crónicas
de Narnia, de C. S. Lewis. Muchos lectores han llegado a la conclusión de que
sus historias pertenecen a la categoría de "alegoría cristiana". Una
alegoría es un recurso literario, una herramienta de comunicación, en la que se
utilizan metáforas para explicar una idea abstracta a través de la narración.
En el caso de los libros de Lewis, el mundo de fantasía de Narnia se usa para
ilustrar algunas de las verdades fundamentales de la fe cristiana: más
notablemente, la batalla entre el bien y el mal que rabia dentro y alrededor de
cada uno de nosotros, y la presencia de un rey poderoso, Aslan, que nos guía e
inspira en nosotros la fe para perseverar en la batalla. Las parábolas en los
evangelios son muy similares a las alegorías ya que usan imágenes metafóricas
en la narración de historias como una forma de impartir ciertas ideas. La
diferencia es que las parábolas suelen ser mucho más breves, y centrado,
quizás, en una lección moral particular que el autor intenta impartir. En
cierto sentido, las parábolas son "Alegoría Ligera".
En la
lectura del Evangelio de hoy (y, para el caso, en las últimas semanas), Jesús
les dice a sus discípulos una parábola. La mayoría de nosotros, supongo,
estamos bastante familiarizados con esta parábola, por lo que el significado de
las metáforas que se utilizan probablemente brillan. El Maestro, que es Jesús,
emprende un viaje para sentarse a la diestra del Padre y necesita confiar sus
posesiones, que es el Evangelio, a sus siervos, también conocidos como sus
discípulos, para que los cuide hasta que regrese. Después de un largo tiempo—tal
vez 2000 años o más—el maestro regresará y llamará a sus sirvientes para ver si
han sido rentables con lo que se les encomendó. Aquellos que regresan con un
beneficio proporcional a lo que les fue dado, tal vez un número de conversos a
la fe o una familia fiel u obras que han ayudado a los pobres, ellos serán
bendecidos por su fidelidad. Aquellos que no pudieron ser rentables con lo que
se les dio, tal vez por temor, indiferencia o incluso rencor, serán castigados
por su infidelidad.
Para los
discípulos a los que se dirigió esta parábola por primera vez, sospecho que la
alegoría era obvia y el significado claro: "Será mejor que salgamos y
difundamos el Evangelio para que no seamos sorprendidos sin haber hecho nada
cuando Jesús regrese". Y supongo que no es demasiado difícil para nosotros
interpretar la alegoría de la misma manera: "Jesús, al parecer, se demoró
mucho, pero el hecho es que todavía podría regresar en cualquier momento, así
que mejor 'saquemos heno mientras el sol brilla'"; y eso es bastante
fácil. Bueno, quizás es demasiado fácil.
Pienso,
quizás, que es demasiado fácil ver a Dios como "amo" y a nosotros
mismos como "sirvientes". Cuando lo vemos de esta manera, es fácil
caer en una mentalidad de "simplemente haz lo mínimo" ejemplificado
por dichos como: "Ya se venga Jesús, ¡seas ocupado!" Tal
"sabiduría" juega en nuestra inclinación muy natural—que, de hecho, es
una inclinación desordenada—para hacer solo lo que es mínimamente necesario
para que, cuando nuestro "amo" regrese, parece que hemos hecho algo
cuando realmente no hemos hecho nada en absoluto. Es la forma de pensar que
piensa que podemos de alguna manera engañar a Jesús para hacerle creer que
fuimos fieles incluso cuando no hemos sido.
Esta
mentalidad de "solo seguir las reglas", por supuesto, no es a lo que
Dios nos ha llamado. San Pablo es firme al respecto, afirmando repetidamente en
sus cartas que, si ser un seguidor de Cristo se trata solo de las reglas,
entonces olvídalo, es inútil. San Pablo sabía que cuando Jesús dijo: "Ya
no los llamo siervos, sino amigos", nos invitaba a una
relación más allá de la de un amo y su siervo: una relación mucho más profunda
que conlleva mayores responsabilidades. ///
En
nuestra primera lectura de hoy, escuchamos una descripción del libro de Proverbios
de una mujer descrita como una "esposa hacendosa". Supongo que sería
fácil ver esta lectura y descartarla como una descripción obsoleta de una
"ama de casa del Medio Oriente anciano" que hoy no tiene relevancia
para nosotros. Nuestra fe católica, sin embargo, nos dice que la Sagrada
Escritura es la Palabra viviente de Dios, el Jesucristo mismo, que nos habla y
se revela a nosotros, así que quizás si nos sentimos inclinados a pensar que
una parte de las Escrituras no tiene relevancia para nosotros, necesitamos
pensar de nuevo, y tal vez tener un poco de curiosidad acerca de por qué estas
palabras fueron preservadas para que las leamos y consideremos aquí hoy. Lo que
me gustaría desafiar a todos ustedes aquí para ver en esta lectura es otra
alegoría: una menos obvia, tal vez, pero no menos profunda.
La
lectura nos dice que cuando un hombre encuentra una mujer hacendosa, él le
confía en ella, y que la esposa responde a esta confianza trabajando con manos
amorosas para traerlo bienes y no males. Con cual frecuencia olvidamos que
Jesús no es solo nuestro amo y nosotros sus siervos, sino que Jesús también es
el novio y nosotros, su Iglesia, somos su novia. Esta es una imagen mucho más
íntima. Por lo tanto, esta lectura se vuelve muy relevante para nuestras vidas
hoy y nos muestra cómo nosotros, confiados con el corazón de Jesús, debemos
responder para ser una esposa hacendosa de un esposo tan excelente. De hecho,
nos muestra la única manera, realmente, en la que podemos responder, dadas
nuestras limitaciones humanas: es decir, llevándole el bien y no el mal en
nuestras acciones diarias y trabajando con manos amorosas para servirle a él y
a los demás. ///
Mis
hermanos y hermanas, Jesús ha encontrado una esposa hacendosa—su Iglesia, es
decir, todos nosotros—y le ha confiado su mismo Ser a ella aquí en la
Eucaristía. Sin duda, es algo temeroso que se le confíe un regalo tan grande.
Sin embargo, no debemos temer, como si nuestro Amo solo buscara sorprendernos
para castigarnos. Más bien podemos tener esperanza, confiando en que quien nos
ha confiado su corazón busca sólo nuestro propio bien y encontrarnos fieles. Es
esta confianza esperanzada, entonces, la que nos lleva a una vida fiel,
fructífera, y llena de gozo del misterio que Dios nos ha dado: una vida que
puede comenzar aquí hoy. ////
Hermanos
and hermanas, que este amor misterioso se desborde en nuestros corazones y
toque la vida de todos los que nos rodean.
Dado en la parroquia de San Jose: Rochester, IN
19 de noviembre, 2023
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